Dijo sin pensarlo. Realmente se alivia por el hecho de que todo lo que Akame era, más allá de el secreto, se traba de una verdad. La mujer de la que se había enamorado existía, y estaba confesando con la misma calma que Aura preguntaba.
La detalla en un breve silencio, que para ella no resulta incómodo. Las manos se mueven por la espalda de Akame, de forma cariñosa y reconfortante.
— No tengo más opción que aceptarte y volverme una mujer entrometida con muchas preguntas cada vez que desaparezcas y regreses. No quiero otra cosa más que estar bien contigo, como siempre lo estamos...
