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DestroyerOfWorlds · 22-25, M
GRA-CÍAS. Y por debajo, cayó aquella bofetada hasta rozar la punta de su nariz, por su parte no le quedaba otra que redimir aquel dolor intenso en esa parte. Pero así, su sonrisa revelaba la travesura completa, que le hizo correr con más énfasis lejos, muy lejos. Estaba dispuesto a correr de un lugar del Continente a otro, seguramente ella iba a intentar matarle antes.
A1577749 · F
Sus ojos se abrieron del golpe con el solo notar una parte del cuerpo ajeno en sus hombros. Por otro lado, su ceño fruncido que daba cuerpo a aquella expresión de total desagrado con la sola cercanía de aquel muchacho. Casi como gato que huye de un mínimo de contacto impropio, como un reflejo, trató de agacharse en vano, ayudando solo a retrasar lo inevitable.

La cara de la mujer, llegada a ese punto, era un poema. No escondía que aquel hombre le desagradaba y, si no era evidente, poco tardaba en decirlo en alto. Arisca frente a cada acción que hacía.

Una serpiente, una cobra que no tardaba en echarse para detrás y, como mismo sintió la cercanía, ella se alejó. Echando su cabeza hacia atrás como si fueran mismos polos que se repelen, buscando evitar aquel acercamiento como buenamente pudo. Mas, poco pudo evitar el que, a medida que retrasó y aunque tratara de irse, su mano acabara buscando darle una bofetada. Le importaba bien poco que huyese.

- ¡So imbécil desgraciado!
DestroyerOfWorlds · 22-25, M
No, no pero tranquila... Repitió con absoluta tranquilidad, mientras que sus ojos se disponían a ir donde deberían ir. Rhaamael accedió simplemente al circular sobre ella a intentar, claro, intentar rodear los hombros femeninos con su firme brazo musculado, tan largo y trabajado como una maquina de batalla pero tan fino al ser imbuido en la nobleza de príncipe. Verás, querida Annipe. Tu príncipe es un visionario, y va a correr...Pero antes... Acercó su rostro hacía ella, solo para hablarle de cerca con esa sonrisa de zorro que tan bien le caracterizaba. Rufián, malhechor y aún peor, tramposo, pues su deseo fue acción en su intentó de llevar su rostro hacía el contrarió, fue feroz y rápido, como buen ladrón de los labios ajenos ¡Y si con suerte los espíritus del viento le daban su bendición! Un fino beso caería en ella, justo al borde de la comisura, dispuesto al Vagabundo a huir tras tan malévola fechoría.
A1577749 · F
Asentía, escuchando la palabrería del moreno. Habría agradecido más que no estuviera, que no se le hubiera aparecido con semejante verborrea que nada decía y menos le interesaba a dicha mujer. Mujer la cual, con cada segundo que pasaba, perdía cada vez más los nervios.

- No voy a perder mi tiempo, juro que las ganas a hacerlo son inexistentes, no lo voy a perder en desafiar a nadie y menos a ti. Siquiera sé, ¡siquiera! Porqué hablo contigo siendo capaz de desaparecer sin más. - sus ojos acabaron clavándose en los suyos, brillantes. Amenazaban con hacer la estrella sabe qué a aquel hombre - Deja de vender humo príncipe, déjalo, pero seré buena, ¡claro que lo seré! ¿Un desafío? Claro que te lo daré si así desapareces así. Corre príncipe, ¡corre tan rápido como tus piernas te permitan! Hasta llegar a esas montañas que dices, unas que yo nunca vi. Cava, ¡cava como desgraciado en ellas! Allí, justo allí donde el sol no alumbra, entiérrate vivo y no vuelvas a salir.
DestroyerOfWorlds · 22-25, M
¡Claro que es de verdad, montañas morenas de gran color y también de fuerzas propias! Annipe, sin un día me odiarás menos podría ser parte de lo que somos ¡Claro que si! Construir mucho, desde las montañas... Le fascinaba solo el hecho que ella se cruzará de brazos, mientras alzaba sus ojos verdes hacía ella mientras caminaba, ahora le rodeaba y ahora también se mostraba impetuoso en su accionar al más pasar. Sorprendido, muy lascivo y terrible. Ahora no estoy corriendo, estoy frente a ti, estoy a tu lado ¿No ves, acaso? Es solo un momento, vamos Annipe. Créelo. Sorprendido quizás se detendría en ese instante, frente a ese poema y el propio era desafió, era una sonrisa totalmente amplia, relevante de misterios en una afamada costumbre de zorro. Desafiame si no me crees. Hazlo, Hija del Fuego.
A1577749 · F
aunque ya sé que pensar horrores te cuesta! ¿En serio crees que me creo lo que dices?
A1577749 · F
Era un echo que con solo oír su voz la paciencia la abandonaba. No quería lidiar con aquel que, con suerte y bastante esfuerzo, alcanza a saber hablar, pero eso no evitó que la cara de la mujer acabara siendo un poema. Un ceño fruncido y ojos brillantes que le miraban solo a él, cruzada de brazos por culpa de sus palabras.

- ¿Que montañas...? De arena, ¡no montañas! ¡Dunas, príncipe! ¡Dunas! ¿O acaso ya ni recuerdas? Siquiera eso al menos, pero de verdad que no comprendo, ¡de verdad que no el porqué! El porqué tengo aún esperanza por ti, esperanzas del tamaño de la llama de una vela apunto de desaparecer, pero calma príncipe, ¡calma! No sé si me sorprende más eso o que pienses, de verdad, que me voy a creer lo que me dices, ¿en serio lo crees? Nada se compara dice, ¡nada dice! Y luego, a la mínima oportunidad que vio, corrió. ¡Y bien que corrió el príncipe de los Señores! Corrió con el rabo entre las patas como perro asustado, pero dime, ¡dime por más que quieras, ...
DestroyerOfWorlds · 22-25, M
Me encanta la cultura, especialmente una tan filosa. Dijo con total perversión, al punto de que sus ojos verdes no se borraban de ver las pronunciadas curvas de la morena, incluso dio unos pasos por mera inercia para tener mayor definición. Riéndose cual tonto se rascaba su nuca por debajo de los mechones blancos que pendulaban de lado a lado en su trenza. Nada se compara a las cosas de mi tierra, sin dudas, que buenas montañas había. Me encantaba escalarlas con solo mis manos ¿Sabes? Que bueno.
A1577749 · F
- Ay, príncipe, ¡ay! Katana le llaman en cierta cultura, príncipe. ¡Kata-na! - soltó rápido y bastante alto.

Tal vez su tono que era incluso más exaltado que el que acostumbraba a usar por la sorpresa de verle a aparecer de la nada, dejando que su lengua jugara con la perforación que adornaba su labio. Ida estaba antes de sonreír con sorna al chico, sin quitarle la mirada de encima

- Pensaba, ¡de verdad que lo hacía! Pensaba que el abandonar a tu tierra por mucho, príncipe, te había dado tiempo a conocer todo un mundo. Con ello infinidad de cosas y, entre ellas, armas, pero no me sorprende, ¡claro que no! Que parece que muy poco tardas en olvidarte de todo, como mismo hiciste con los tuyos, príncipe.
DestroyerOfWorlds · 22-25, M
¿Y esa arma? No la conocía. Aunque sus ojos iban al escote, desde la pronunciada distancia. Esos ojos verdes se posaban hacía las fronteras de la ropa intentado ir más lejos de lo que se le permitía. Se ve peligroso.

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