La curiosidad de la fémina mantuvo su atención en ella, y a paso sosegado se acercó a medida que sus manos sostienen su preciada e inmaculada lira; sus dedos tocaban las cuerdas del instrumento de ínfole celestial con tal calma, casi una melodía para relajar a su nueva e inesperada visita. —La luz y la oscuridad siempre han convivido en plenitud, su convivencia se cierne incluso antes de todo lo que nosotros, dioses, tenemos conocimiento. La diferencia es cuando se crean divisiones entre la luz, denegando la oscuridad para prevalecer, y la oscuridad para opacar... —Sus pasos lo llevaron a situarse a espaldas de Macaria, pero su vista yace en los pilares que sostienen su templo, los detalles siempre eran algo que captaba la atención del Dios; incluso por más pequeños que fueran. —Dime, Macaria ¿Qué te atormenta?