—Eres un aprovechado, Mordred.— Se quejó mientras soltaba una risita, y enderezó un poco los cuernitos que había puesto sobre su cabeza. Sus mejillas estaban rojas solo por la cercanía al sentir que el Caballero había hecho que se apegara completamente.
—Cuando te pongas la nariz roja, quizás, solo quizás...— No podía negar que le gustaba provocarle un poquito. Acercó su rostro peligrosamente, pero terminó por darle un beso en la mejilla, aunque muy cerca de los labios.
Ni tiempo de quejarse del todo le dió cuando se vio envuelta entre los brazos ajenos. Aunque tampoco lo rechazó y a cambio rodeó firmemente la delgada cintura de la adversa atrayendola contra si.
—Eso lo sabrás cuando llegue el momento. Pero si me harás poner una nariz roja entonces necesito un incentivo más...
Acercó lo suficiente su rostro al de Altria como para insinuarle que si le da otro besito ya no se quejará de nada más. Observó con detenimiento aquellos hermosos ojos verdes tan llenos de inocencia y vida esperando su respuesta.
