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[code]Nombre: Desconocido.
Edad: Nacido desde antes del Big bang.
Ocupación: Ser cósmico, guardián de la balanza universal. Representante de la oscuridad.
Habilidades: Los entes cósmicos no tienen limitaciones. Su poder es inconcebible, pues sus responsabilidades son inconmensurables; prácticamente, lo que su voluntad desee, puede suceder. Sin embargo, al tomar forma humana, estas capacidades se limitan en grado sumo; y, si bien continúan siendo seres de habilidades enormes, el alcance de éstas se restringe. Por ello, solo pueden influenciar su ambiente mediante el control de las probabilidades: en vez de negar o permitir eventos, son capaces de alterar las circunstancias que originen u obstaculicen éstos, manipulando lo necesario para que la probabilidad se cumpla.[/code]

[code]Apariencia: A voluntad. Puede cambiarla según sea su capricho; aunque existe una sola forma verdadera, aquella que toma cuando revela su identidad como ser cósmico: melena oscura, ojos teñidos de carmesí, gesto impávido y tez marfileña, semejante a la porcelana. Figura espigada, casi enjuta, perfectamente acorde con la gracia de sus movimientos, que parecen calculados para no hacer más de lo necesario, sin caer en la indolencia; parece un hombre en la flor de la juventud, etéreo, ajeno a la realidad, cuya sonrisa - si es que tiene - no es conocida por ningún mortal.
Personalidad: Antaño, el deber lo era todo para él. Sin embargo, en contraste con su compañera, Zuiver, Akroma es un ser de mayores pasiones; esto le hace más afín a los humanos en cierta manera, por lo que no se exime completamente de sus defectos y virtudes. Aún cuando, en un inicio, anteponía sus tareas como guardián a cualquier otra cosa, el amor, las épocas y el sufrimiento lo han cambiado; de modo que ahora está obsesionado con "salvar" a la Creación, aunque bajo sus propios términos y métodos.[/code]