— ¿Llevarme contigo? —Estaba aún abrazada a sus hombros, su voz bastaba que fuera un susurro para que él la escuchara. Su diestra ascendió hasta el cabello ajeno, acariciando el final de la delgada coleta que el varon se hacía — ¿A donde iremos? ¿A otra ciudad? Supongo que sí, se enojará, pero aún así iré. Te seguiré hasta el fin del mundo.
— Alguna forma..— Repitió entre dientes, y si era posible. Había una planeta del cual se constituía sólo de agua y su mente rápidamente recordó a unos viajeros decir que había un instrumento especial para poder andar por el plano marítimo. — Si existe, pero tendríamos que ir por él. Dime algo, Ariel. ¿Crees que tu padre se enojaría si te llevo conmigo?—. ¿Acaso era un coqueteo discreto? Después de que en su vida le interesara alguna chica ahora estaba intentándolo. Ni lo pensó mucho pues, el gesto de la pelirroja lo había animado un tanto a decirlo sin pensar, era tal como lo sentía así salió.
Su sonrisita nerviosa salió a relucir apenas sus dedos se pasaron tras su oreja. Le gustaba la sensación de estar cerca de él, de que sus manos tocaran a libertad su rostro o cabello. — Podría enseñarte, si quieres, podríamos buscar alguna forma de que conozcas mi hogar —Ladeó el rostro, mordiendo ligeramente su propio labio inferior.
Sus propios pómulos tomaron un tono más vivaz, como si fuese un rojo atenuado debido a su color de piel. Sonrió apenas sus pies tocaron el piso, ¿será que esa emoción que tenía era la causante de su fuerza? — Bueno, en nadar me llevas mucha ventaja eso no lo dudo. — Acomodo el cabello rojo de Ariel detrás de su oreja.
— ¿Más fuerte? —Recibió el beso con una risita, para después bajarlo y quedar un momento pensando. Finalmente se encogió de hombros, negando— Solo nadar, creo. ¿Será eso?
