No espero ni por cerca que se le diese la señal, por su cuenta se había adentrado al bosque con su arco y una navaja, perseguía a un cerdo salvaje el cual se mostraba con la suficiente carne como para poder serle de alimento a todos
Era competitivo, a nadie le daría el lugar de matarlo primero, por lo cual descuidado lo perseguía, disparando una que otra flecha para intentar dar con este
La voz de uno de los cazadores se hizo presente desde lo lejos, un inquieto chico de familia; proveniente de una casa agricultora que dada las malas cosechas se había quedado empobrecida, a este le tocaba asumir la mayor cantidad de los gastos, se le había negado la idea primero, estaba por casarse, el debería estar pensando más en su prometida que en sus padres ya viejos y hermanos aún jóvenes, pero no, era terco y testarudo, claramente no iba a darles la espalda
Un ciervo salto desde la maleza , y corriendo despavorido fue a contar al bosque lo que vio para que con el los animales silvestres se alegraran
O bueno
Eso es lo que contaron ellos…
Lo extraño fue, que cuando el siervo huyó detrás de él pisadas humanas quedaron atrás, ¿era esto siquiera posible? No se sabe, quizás era un espíritu
Quizás ….
Pero entonces ¿porque el pobre animal parecía estar llorando? ¿Y porque en su cabeza una risa se escuchaba, una burla femenina cargada de rencor y venganza?
La imagen hermosa de una pareja nacida en medio del dolor se había formado. Unos brazos fuertes rodeándola, unos ojos azules como el cielo, se dice que era un príncipe, quien bajando del mismo cielo decidió mostrarle el amor que tanto había extrañado
Tan hermoso fue que la naturaleza no esperó en celebrarlo. Y es que cuando ella por su salvador fue encontrada, cuando su amor fue formado entre las sombras del bosque (…)
Y es que si; noches de llanto, días de temor, una pobre viuda incapaz de haber podido siquiera entregar la pobre juventud que le quedaba para su amado. Una tormenta de dolor todos los días, incapaz de ser salvada
Incapaz de ser sostenida
Pero la vida daba nuevas oportunidades, y fue con la ayuda de un amable hombre que la recogió cuando dolida salió a las calles a buscar a su amado, que su corazón se sanó
Fue hasta que llegó al límite del reino que se guardó en el pantalón ambas monedas. Estaba terriblemente mal visto que una mujer no utilizara el típico vestido y mandil que parecía un uniforme de vida para las féminas, sin embargo eso a ella no le importaba. No se podía cazar con una atrocidad así y los demás cazadores se habrían burlado de ella; en cambio, con una capucha, capa, botas y un pasamontañas era un chico más en sus tareas de proveedor al que podían admirar.
Tomó aire para llenar sus pulmones de esa frescura gélida del ambiente y empezó a andar por la hierva. Esta vez llevaría, cinco, no, seis conejos, y así sus hermanos no tendrían que irse a dormir con la tripa alborotada.
Solange caminaba por el pueblo envuelta en barro y hojas secas. En su diestra dos monedas de cobre chocaban entre sí dándole sonido a su nada refinado andar; había podido vender dos conejos el día anterior, pero la paga no era suficiente para llevar comida y bebida a su empobrecida familia.
"Por favor, recuerda lo que se dice del chico que desapareció hace quince años... No quiero que algo te pase si te adentras más en ese bosque maldito."
Mejor decir que hacer, así era su madre, una mujer bajita que le temía hasta al aire que respiraba y que se mantenía encerrada sin tener un trabajo real debido al pavor colectivo que alguna vez existió hacia la leyenda de la bruja del bosque. Todos los aldeanos habían superado y olvidado - más cuando los reyes negaron los rumores - excepto ella. Y esa vieja y tonta leyenda había terminado en la ruina para su progenie.
Y es por eso que su hechizo no falló. A la mañana siguiente esperó al desalmado que le rompió el corazón y con los ojos hinchados de tanto haber llorado lo fijó como el objetivo de su siguiente maleficio:
[code]Quod volui, corde negatum mihi est in amore. Plura nunc ultionem meam quaeram, mecum te servabo, et dilectus eris semper. Et ut nemo te inveniat, nisi cognoscam et veritatem tuam videre potero.[/code]
El bello joven fue bañado en una negra humareda y emitió un grito desgarrador antes de que esta desapareciera. Ya no sería un hombre, ni un humano, sino que como un siervo lo vería cualquiera que posara sus ojos en él. Sólo la Bruja sabría quién era en verdad y lo obligaría a vivir en el bosque con ella para toda la eternidad.
Entendió que no era ella. Nunca había sido ella. Y lo odió profundamente por haberle dado esperanzas a una bruja enamorada. Ahora pensaba "¿Qué le costaba nunca haber recogido mis canastas?" cuando antes no paraba de decir "Qué la tome, que la tome, ¡oh, por favor, que se lleve mi comida a casa!"
Tanto cariño se tornó en enojo y el enojo pasó a ser resentimiento. Volvió a su cabaña tan molesta que hizo un desastre con cuanto mueble, libro y jarrón encontró en su camino. Cuando el ataque de enojo cesó, la Bruja se hizo un pequeño ovillo en el piso enmugrecido y lloró con pesar el amor que nunca tuvo oportunidad de experimentar.
Sin embargo, si algo se debe de saber de las brujas es que son obstinadas y entregadas a sus intereses, el demonio no podría pedir soldados más prolijos.
