*Desde la comodidad de su estudio se le hizo fácil sentir el abrir de un portal en la entrada y como la energía de la menor de sus hermanas invadía todo el ambiente. Bajo el libro de amarillentas hojas, cuales en antaño abrían sido blancas, dejando que su mirada se fijase en la gran puerta de roble ubicada justo frente al cómodo sofá rojo en el que se encontraba sentado. En menos de un minuto la puerta se abrió, revelando a aquella peli purpura de brillantes orbes rosas, Shia, una de sus adoraciones. Se puso de pie, acomodando sus largos cabellos con un movimiento de mano.*
Pero que grata sorpresa el volver a tenerte en casa, Shia. Lamento no tener una fiesta lista, pero es que no te esperaba.
*Sin más le sonrió cariñosamente a su hermana, extendiendo sus brazos a la espera de que ella se acercase. Sabía lo cariñosa que ella podía ser cuando de él se trataba.*
