Terminó de bostezar ampliamente, pasándose el dorso de los dedos por los ojos para limpiar las lágrimas que se le habían escapado por el bostezo, echándose a reír de sólo escucharlo— Eres un exagerado. —dijo sonriente, deslizándose por la cama hasta echarse encima de él, aperezada al correr las sábanas para descubrirle la espalda, misma que recorrió en besos cortos hasta llegar al costado de su rostro, recostada sobre su cuerpo— No fue para tanto ¿o sí?... Prometo dejarte dormir hoy. —rió de nuevo, dando un pequeño suspiro al recostar el rostro en los omóplatos de Andi— ¿Te he dicho lo feliz que me hace despertar contigo todos los días? —musitó, muy bajo, suave, casi como una pequeña confesión. La resolana les alumbraba, daba directo a su cara, así que cerró los ojos en calma; momentos así le llenaban: Su nueva vida, la sobriedad de Andi y sus planes a futuro, todo le parecía incluso un sueño.