Salió buscando a su amo para obsequiarle la botella de leche que le daba cada mañana, pero no fue capaz de encontrarlo en los alrededores de la casa donde ambos vivían. Moona estuvo a punto de volver al interior cuando visualizó a lo lejos a una persona haciéndole señas; la bovina dudó un segundo, se suponía que no debía hablar con extraños pero... ¡Es que la desconocida también tenía orejas afelpadas! Corrió hasta ella con cuidado y le ofreció la bebida con una sonrisa. No sabía si eso era lo que ella quería, pero se la obsequiaba de todas formas.