— Joder, es literal. Apenas entrar me topé con un puto mojón a plena vista.

Sin evitar el reflejo, sólo por si acaso se revisa las suelas de las botas, breve, antes de devolver su hastiado gesto donde el desconocido.

— No vine para quedarme.

Comentó, cerrando de cierta forma toda posibilidad de subsecuentes encuentros ya fuera con ese desconocido o con caras más conocidas; su vida que actualmente es nomádica, sólo le permitió de unas horas de holgura. No más : había trabajo por hacer.
Un segundo asentimiento, áspero, hizo las de despedida antes de envolver las manos en los bolsillos de su chamarra y volver sobre sus pasos, llenándose el cerebro de recordatorios, números y pendientes que aún quedaban por zanjar.