Con una mano en su barbilla, evaluó las prendas que había escogido y dejado en orden sobre la cama, hasta que lo escuchó dudar. Se volvió hacia él, mirándolo con párpados pesados como era lo usual, aunque con un dejo de impaciencia. —¿Cómo voy a explicarte sin mostrarte? No empieces con que te da flojera, Kalim. —Se cruzó de brazos con la mirada sobre él, esperando a que comenzara. Sabía que Kalim quería darle más tiempo libre y él mismo quería que Kalim aprendiera, pero sabía que acostumbrarlo sería un reto por su flojera—. Vamos... Si no te desvistes tú, lo haré yo, pero esto es algo que debe hacerse.