No se separó en seguida de él, porque no quería. El mayor se le había abrazado de la nada y eran pocos los momentos en el día que tenían para estar solos, así que le había correspondido el abrazo, al menos por unos minutos. Llevó su diestra a su cabello, metiendo allí los dedos con un suave toque, pero sabía que tenía que ser él quien rompiera el abrazo.

Le tomó los antebrazos y se separó, observándolo por un momento. Tuvo una idea para seguir con él, sin salirse de su agenda. —Ven conmigo, hay algo que debemos hacer. —Tomándole la mano, lo llevó hasta la habitación de él—. Te enseñaré a vestirte solo adecuadamente. —Le informó, mientras buscaba alguna muda de ropa de Kalim que él tuviera por seguro que no se sabía poner bien—. Desvístete.