Por su parte, Jack sonreía tan amplio que el hoyuelo de su mejilla izquierda se marcaba. Consciente que en las calles de Tokyo no podía excederse en el contacto físico, sólo le acarició sus sonrojadas mejillas, con la promesa de besarlas más tarde en la intimidad de su departamento.
-Déjamelo a mí. Veré cómo convencerla, podemos recibirla en casa cuando estemos asentados allá. Sé que le agrado, tal vez no tardaré demasiadas semanas en lograr que nos dé visto bueno. Tú confía. -
