Kana se inclinó hacia adelante e incluso se agachó un poco para incluir a Sada más en la adoración del ave, mirándola con curiosidad. Sabiendo lo mucho que le gustaban los animales, podía intuir sus ganas de acariciar al pato— Espero que no... No quiero regresarlo a nadie más. —apoyó la mejilla en su cabeza un segundo antes de soltarlo y extenderlo un poco más al alcance de Sada.— Le dí lechuga, unos pedazos de fruta y comió todo, aunque ensució todo, también. ¿Quieres cargarlo?