madrina Meg y padrino Flamebringer, no tengo ningún problema con eso

-al haber visto que su mujer había extendido su cuello, sus labios no tardaron en acercarse besarla, dando cálidos besos en esa dulce y cálida piel, degustando aquel tan perfecto sabor. Su brazo pudo sentir la vibración de su colita, manteniendo solo por unos momentos aquel apretón en la piel de su mujer, pues al ver que mantenían la compañía, por respeto a su amada detuvo aquel masaje-

Flame... te debo una disculpa, si seras padrino debo disculparme por haberte querido devorar... necesito devorar a un demonio para poder vivir para siempre y cuidar de mi mujer, y de mi futura descendencia, sin rencores,si?

-Sus labios subieron al oído de su amada, y con una sonrisa, respondió en susurros a su amada-

los tonos rojizos me encantan.. y mas si son en tu bella piel