Ya había sido revisada con anterioridad. Una enfermera muy amable la examinó de pies a cabeza con evidente preocupación en el rostro, pero su diagnóstico no había sido tan terrible como el de otros que acabaron con alguna herida en la cabeza o torceduras en las extremidades. Aún después de varias experiencias a Orianna aún no se le mostraba lo crudo de las batallas; nadie había muerto, nadie había perdido alguna parte de su cuerpo, la sangre era mínima. Ella esperaba que aquello se mantuviera así.

Cuando Soujiro la tomó del rostro, la fémina se sonrojó levemente y dejó que hiciera lo que quisiese en aras de hacerlo sentir más aliviado. Cuando terminó y le expresó su alivio en aquellas palabras, Orianna le dio un leve apretón en la mano que aún sostenía y volvió a ensanchar su sonrisa—. Te lo dije, no te preocupes por mí esta vez. Debes descansar un poco, anda, vayamos al comedor por algo y después a la camita —tiró suavemente de él para empezar a caminar.