*Tras las últimas palabras de su esposo, Hikaru camina hacia a él para sentarse en su regazo. En la privacidad, podía permitirse eso, además de abrazar su cuello y depositar un beso en su mejilla. Con los dedos acariciaba su nuca y los lacios cabellos negros.*

No estás solo, rey mío. Todos los habitantes de Basilia darían la vida por ti, así como yo. Mi poder puede ser incontrolable, pero es devastador si se canaliza contra el mal, mi poder es tuyo.