*Al escuchar su nombre, sube un par de peldaños hasta la tarima desde dónde su esposo ofrecía aquel discurso. Se siente un poco cohibida, no está acostumbrada a los actos públicos, pero aún así accede con una sonrisa nerviosa ofrecer sus respetos a su Rey y hacer las presentaciones correspondientes con los miembros de su concejo.

Consejeros, políticos, escribanos, todos ofrecen una reverencia a la recién proclamada Reina de Basilia que acepta con una elegante cabezada todos los vítores.*

Es para mi un honor recibir tal nombramiento. Juro solemnemente cumplir con los estatutos que marca la ley Basiliana, así como cumplir siempre con mi deber como reina y madre de Basilia.

*Miró a Zet con una sonrisa, esperando haber dicho lo correcto en un acto de tal magnitud.*