Una vez sintió que ella comenzaba a recorrer con sus delicadas manitas aquellos músculos, la dejó que continuara a su propio placer mientras que él se dedicaba a seguir quitándose la ropa en un sensual y lento baile donde su cadera era la principal protagonista. La camisa la hizo volar finalmente a quien sabe donde; además, dado a su gran tamaño y la diferencia evidente entre él y su esposa, fue con descaro acercando el bulto de su pantalón a la cara de la peliazul. Pero antes de que sucediera otra cosa, se dio media vuelta dándole la espalda mientras continuaba con su baile, así, fue quitándose el cinturón y dejó desabrochado el pantalón sin bajarse completamente la bragueta. Se quedó así un momento por si ella quería deleitarse con su espalda y ¿Por qué no? Si quería darle una nalgada.