*quedándose poco a poco dormido a pesar de su propia insistencia de permanecer despierto por si ocurría algo. Todavía tumbado en la cama, acariciándole las mejillas y el cuello con suavidad* No es tu culpa cielo, pero no puedo evitar preocuparme por ti y tu seguridad. Si ambos nos protegeremos, la próxima vez seré yo quien reciba los dardos *sonriendo ligeramente, correspondiendo al abrazo con la misma ternura y amor* dime ¿quieres que te deje dormir un rato?