No se atrevía a ir, no era solo su vestimenta desgastada ni sus manos rasposas por los trabajos, estaba incompleto y en el pueblo decían que seguramente no podría ni levantar una espada.. Pero ese invierno en especial, cuando tenía 10 años un joven discípulo pasó frente al establo donde se ocultaba y le brindó un pedazo de pan, le pregunto cuando era su cumpleaños, pero el niño dijo que no sabía, que no tenía parientes vivos que le dijeran...

Entonces decidieron que ese dia sería su cumpleaños y el discípulo se quedó hasta que tuvo que irse a la montaña con su maestra, pero fue el mejor cumpleaños que paso y el primero que no estuvo sólo.