—Con el regreso de quien fuera y, aún por doloroso, era su amado vampiro, dejó de llorar finalmente para ir a casa y encontrar a su pequeño ya despierto de su siesta. Se le notaba que no llevaba mucho despierto, como si hubiera presentido que llegarían, cosa que le hizo adelantarse un poco para revisar que estuviera todo en orden, acomodándolo con cuidado.—
Tai Feng... —La mirada somnolienta del menor pasó a ser de completa curiosidad en cuánto observó a aquel hombre, así fue unos segundos antes de extender en automático sus brazos hacia él pues lo reconocía, era su padre.—
No podía confiarse y creer ciegamente en las palabras de Fei aunque anteriormente le había hecho creer que si. Debía esperar a que su hijo alcanzara la edad requerida para confirmar sus palabras. De equivocarse el dragón, su hijo Tai Feng pasaria a ser uno mas de sus hijos que tendría como enemigo. No quiso abordar el tema así que solo lo dejo pasar.
—Ya veo, por eso el apego profundo a este peluche. Es porque tu madre lo hizo para ti, por eso te gusta tanto, verdad Tal Feng?— Le hablo a su hijo de una calida manera.
