-cerraba los ojos al dar un suave suspiro de resignación ¿porque sigue llevando a extraños a su templo? Todos salen tan tercos pero al menos ese extraño no se enoja a cuando él decía que haría la comida -

Mi pensamiento es neutro y mi forma de vivir no es alguien que ni el más desafortunado en la tierra pueda llegar a envidiar, mi dios tampoco es envidiado ¿quien puede envidiar a un antiguo príncipe heredero cuyo recuerdos levemente siguen vivos en los recuerdos de los fantasmas que añoran su muerte para cobrar sus malas acciones?

-sus ojos se abrieron muy lentamente para observar una pequeña flor blanca que crecía al lado del marcó de madera que servía como entrada a aquel viejo templo-

Lo que fue ya no es y lo que es ya no sera....

-sonrio de nuevo observando a su invitado esperando no haberlo enojado con sus trivias de príncipe... Una mala costumbre que había quedado en él cuando era pequeño y feliz -