Finalizó con un gesto feliz, con una sonrisa en rostro de oreja a oreja aunque se abrumo al ver que le había dado palillos y no cubiertos.
— Jeje. . . —
Estaba nervioso, lo bueno es que él no podía ver lo tonto que se veía al tratar de comer con palillos.
— Por cierto. Casi lo olvido hermano. Esto es para ti. —
Dejó la pequeña caja de celofán al lado izquierdo del plato. Dentro tenía un reloj de bolsillo único. Cada hora y cada minuto tenía un sonido especifico, esto para que él, siendo ciego, pudiera saber la hora solo con escucharlo.
No era un ruido fuerte, de hecho, era un tan fino el sonido que solo los ciegos podían escuchar, esto a que ellos tenían más desarrollado el sentido del oído.
