Se quedó en silencio un segundo, pensando en lo que era políticamente correcto decir. ¿Agradecer?, ¿llorar?, ¿abrazarlo? Se sentía muy incómoda, lo cual era cómico. Parecía que le temía más al glaceado que a morir en batalla.

—... —dejó sus cosas en la barra de la entrada y se sobó la cabeza con los dedos de su diestra mientras avanzaba hasta él. No era la primera vez que veía o comía un pastel, pero sí la primera que era para ella específicamente—Perdona, no sé qué se supone que se haga ahora. Los cumpleaños no son lo mío y el dulce... No disfruto comerlo tanto así que... A menos que sea chocolate oscuro.

A la tenue luz de las pequeñas flamas se pudo notar el semblante de Arspica; sus labios estaban muy ligeramente curvados hacia arriba, aunque sus ojos mostraran más confusión que gusto. Tal vez, dentro de ella, el detalle le parecía lindo.