“¿Cómo estando rodeada de personas puedes sentirte sola? No importa” pensó “debes sonreír” se incitaba a sí misma.
Había caído nuevamente en las oscuras aguas acaudaladas de sus pensamientos, convirtiéndose en su más grande verdugo por esta razón no se atrevía a siquiera levantar la voz, apartando la mirada de una silueta atravesando los rincones prófugos de sus sentires. Un vil ladrón que robaba los suspiros de su corazón. Niña de alma pura y cuerpo de mujer diabólica, tan fácil de romper y tan difícil de reconstruir cuando su corazón tomaba las riendas. Yacía semi-acostada en aquel sillón casi inerte sin prestarle mucho atención a su alrededor, teniendo el deseo salir de aquel lugar y regresar a casa ¿Cuál es su hogar? ¿A quién ella llamaba hogar con fulgor? sentía que había perdido Aunque la respuesta estaba más que presente a regañadientes callo sus pensamientos.
