Avenger no perdió el tiempo y con la diestra movió su estandarte hasta apuntarle al desconocido con la punta de este. Su mirada reflejaba su carácter severo y despiadado; desconocía todavía quién era ese ser. ¿Otro servant, tal vez?, ¿por qué pretendía saber tanto de ella? Era diferente a todos los fanfarrones que creían conocerla por haber escuchado la historia de su muerte. Algo le decía que ese sujeto sí era de cuidado.

—Me otorgué a mí misma el derecho de sentir y expresar lo que me plazca. No puedes limitarme, extraño. ¿Cuál es esa cuestión de la que hablas? Dila, fuerte y claro, si crees poder leerme tan bien como aparentas.