Hai, hai Dasha. [ Dijo con el soslayo comprometido en una sonrisa, él se mantuvo a su lado con una curiosidad infantil, y le permitió mal-llamarle con una honorífico erróneo, conocía a la canina.]

¡¿De donde sacaste ese conejo?! [ Le observó con casi enfado, de hecho, por un momento sus ojos se volvieron enfocados como una bestia, afilados más que su katana en su color amarillo, pensó que se trataba de uno de los tantos conejos que había adoptado para su hogar, e innegablemente se encariñó con tales bestias, por fortuna ante la ausencia de las conocidas marcas y rasgos, se dió cuenta que era uno silvestre, aunque casi entraba en frenesí. Evitó mirar a la criatura, pues la incomodidad estaba ceñida en su gesto.]

S-solo evita cazar más conejos... Yo no tengo hambre. Y verás, hay unos... Hay muchos conejos que son de mi hogar... ¡Por favor no te acerques a ellos!