Primera en llegar, como era de esperarse, fue la nueva estudiante. Desde la pizarra, caminó hacia ella haciendo sonar en seco sus tacones. Un movimiento de su fusta y en el cuello de la chiquilla apareció un collar de cuero rojo, parecido a un collar para perros, pero éste neutralizaba todo tipo de magia que estuviera en un nivel de control inferior al suyo.

—Menos mal que ya llegó, me ahorra el trabajo de buscarla. Venga conmigo. —Avanzó en su caminar elegante y la última petición fue nada más por cortesía, del collar surgía una cadena hacia su fusta que se desvanecía antes de llegar a esta, pero tiraba de ella como si fuera completamente física.

—Ahora, buscaremos a los demás responsables de este desastre. —Dijo azotando su fusta contra su palma enguantada.