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User1574767 · 36-40, M
Sosegado, le miró aproximarse y, posteriormente, clavar las garras en el fino roble de su escritorio. Alzó una de sus manos en dirección a la puerta de la oficina y esta se cerró y se aseguró en seguida. Con otro ademán de ambas manos, dos brazaletes negros con varias correas rodearían los antebrazos del estudiante para separarlas de su escritorio y llevarlo al suelo con fuerza. Parecían esposas de cuero encadenadas al suelo, pero eran mucho más que eso; anulaban la magia y no se rompían o se liberaban, a menos que se usara un conjuro especial que sólo él conocía.
Se levantó de su silla y caminó hacia él, rozando con su mano enguantada los daños hechos a su escritorio. —Primero el escritorio del Director y ahora esto... —Chasqueó la lengua—. Quiero ayudarte, Kingscholar. Quiero que me demuestres que eres corregible y no sólo una hermosa cabeza de león que me encantaría tener colgada en esa pared. —Apuntó con su fusta la pared de frente a su escritorio.
Se levantó de su silla y caminó hacia él, rozando con su mano enguantada los daños hechos a su escritorio. —Primero el escritorio del Director y ahora esto... —Chasqueó la lengua—. Quiero ayudarte, Kingscholar. Quiero que me demuestres que eres corregible y no sólo una hermosa cabeza de león que me encantaría tener colgada en esa pared. —Apuntó con su fusta la pared de frente a su escritorio.
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