[code]—Bien. ¡Aquí vamos! ¡Tengen-san, por favor, no te contengas! —Encajó la punta de su talón derecho en tierra firme, y acto seguido, se lanzó hacia él como un proyectil superdotado de agilidad y filo. A dos metros de distancia del hombre saltó sobre su cabeza la brecha que los difería y con gracia su ilustrativa curvilinea figura se retorció como una goma en el aire y descendió en perfecta vertical propulsando una fortísima patada elíptica en dirección a su barbilla.[/code]