Levantó las comisuras labiales esbozando una apenas notoria sonrisa, cerró los párpados, manteniendo dicha expresión al momento de dirigir la diestra y tomar los palillos. Curiosamente y por cuestiones del destino, los palillos terminaban incinerados en milésimas de segundo, al punto de no dejar ni rastro de las cenizas.

Pero que desgracia Teitoku-san.~ Creo que tendrá que prestarme los suyos. Podría negarse pero su destino podría ser peor al que acaba de presenciar.

Ahora le miraba con una mucho más notoria sonrisa, frotó los dedos índice y central contra el pulgar, con los cuales había tocado los palillos.