La caricia de sus labios sobre su oreja causaba cierta cosquillas, cerró sus párpados por unos instantes solo para poder experimentar mejor la sensación. Quizás no podía considerarse de tal forma con facilidad, e incluso podía llegar a pensar que no era digno de sus palabras; pero, en verdad que resultaban endulzantes al escucharle, un confort poco experimentado.

—Esos labios en verdad saben como hacer que el oído de un hombre se pueda derretir fácilmente , solo con hablar las palabras correctas…

Y ni siquiera lo decía en el sentido íntimo de la expresión. Alzó la diestra, lo suficiente para palpar su mentón con cierta firmeza y así le sonrió de nueva cuenta

—Gracias… no se que hago para lograrlo, pero si piensas de esa forma… no puedo contradecirte