Dos máquinas letales de carne y hueso que se encargan de vigilar y olfatear a profundidad todo su alrededor hasta dar con su objetivo; su único propósito es silenciar a todo intruso que intente penetrar el área de la santa iglesia. Una vez que logran rastrear eficazmente la zona y dar con algún ente desconocido, su instinto salvaje se activará para acudir velozmente hasta su alimento.
Estos carnívoros corpulentos de cuatro patas, capturaran a su presa con rabia, le clavarán sus fuertes dientes hasta dejarlo inmóvil, y morderan cada extremidad carnal tan fuerte que de un tajo lograrán arrancar la carne fresca. No obstante con eso, para culminar la macabra escena, finalmente devorarán absolutamente todo, dejando solo restos de algunos huesos rotos y sangre salpicada por doquier.
