Sus primeras exploraciones en Terra fueron por sí solo. Su madre nunca lo supo, pues no pensó que Shaitan, siendo tan introvertido, amante de su soledad y temeroso de interacciones se atrevería a salirse de su cómodo escondite en su volcán para investigar ese diverso mundo que era Terra.
Pero lo hizo. Su pequeño cuerpecillo podía meterse entre arbustos, ocultarse en pequeños rincones y aventurarse a investigar incluso las cercanías de los riachuelos.
Qingren hace tanto tiempo atras, antes de la creacion de los humanos, era un dragon que vivía practicamente bajo el yugo de su contraparte, la destrucción, un dragon negro enorme que solo sabia causar caos en el mundo en donde vivian, caos que Qiqi se encargaba de tranquilizar y sanar. No era extraño verlos enredados peleandose, pero tristemente el corazon del dragon de la vida pertenecía a aquel cruel ser que incluso le habia dejado marcas en el cuerpo en las cuales faltaban escamas que sanarian con el tiempo.
Sin embargo, en cuanto el otro dragon dormía, el dragon de la vida se encargaba de cuidar de toda la naturaleza que habia alrededor de ellos e incluso mas alla.
- Mh?
No se esperaba ver otro dragon en aquellos sitios, viendo aquella pequeña criatura de escamas rojas tan parecido a él, acercamdose y posandose frente a el relajando su cuerpo para que no pareciera amenazante.
