[code] Esos albinos brazos rodeándolo a él, tan grande en comparación a su fina silueta contraria tiene un poder reconfortante que incluso en ocasiones sorprende al propio espíritu desafiante, el cual se agacha lo suficiente para dejarle un beso en la curva que hay entre el hombro y el cuello de Phel. La sensación de su piel tersa es casi enviciante para él, por lo que sus manos lo abrazan, aprovechando un poco el desacomodo de su ropa para colocar sus manos sobre la espalda semidesnuda del espíritu lunar. Ya no voy a dudar nunca, a tu lado es el lugar al que siempre voy a pertenecer, Phel. [/code]