-Al consumir el líquido que ofrecía la reina, su siguiente paso fue a recorrer cada rincón manchado de licor, sustituyendo con saliva que dejaba impregnada en la rubia a cada movimiento que daba, ascendió por el medio de su cuello hasta culminar con su barbilla, una sonrisa ladina y sus ojos esmeraldas seguían los ojos azulados de la reina. Extendiendo su diestra tomo una cereza para dejarla atrapada en los labios ajenos y sin mediar palabras fue por ellos, en un beso que mordía aquella fruta para dejar el sabor preguntado en su paladar y así crear una mezcla de sabores dentro de su cavidad bucal, usando su lengua para enredar la ajena y que los sabores se sintieran en todo el beso-