— ¿Ella? ¿Quién? — Respondió con serenidad observando así mismo el espejo cuál no sé encontraba ni veía nada. Dirigió sus manos a los hombros de su pequeña con intenciones de calmarla. — ¡Sapphire! Estoy aquí, somos los únicos en la casa. — Así mismo dejo escapar un leve suspiro, ya había anteriores rumores sobre la maldición de su casa pero decidió hacer caso omiso nuevamente.

— Mira, traeré las muñecas y jugaremos aquí, en la sala, ¿Está bien? — Llevo su pulgar a las mejillas ajenas para limpiar sus lágrimas y dejarle un pequeño beso en la frente. — Estarás bien, quizá fue una pesadilla.