— ¿Mantenimiento? No creo, se conservan bastante bien y pueden arrancarte un brazo de un solo mordisco. — Sé quita aquella tarjeta de su colmillo cuál le hizo fruncir el ceño de molestia ante tal acto pero simplemente dejo escapar un suspiro para ver detenidamente y escuchar las palabras de aquél desconocido. — Con que Vanitas eh, será un placer el llamarlo para deshacerme de las maldiciones de algún que otro amigo que tenga. Al parecer la vida los trata mal y creen estar maldecidos. ¡Ja! — Así como lo vió esfumarse sonrió con sutileza y continúo degustando de aquella deliciosa "cena".