—¡Goku, eres un tonto! — El grito de la ahora adolescente casi se lograba escuchar hasta los sembradíos en los que Goku se suponía estaba trabajando, aunque en realidad su nuevo aspecto físico se debía más que nada a una mala elección de palabras por su parte, pero siempre era mejor culpar a los demás, especialmente cuando había sido Goku quien se la había pasado fastidiándola con lo de la edad. Ni hablar, se decía para sus adentros Bulma quien observaba como cada una de las esferas del dragón se dispersaba nuevamente por el mundo y el cielo regresaba a ser claro. Menos mal por nostalgia jamás se había deshecho de sus prendas de joven y como ella sola había ido a recolectar todas las esferas había cargado consigo un montón de capsulas para su comodidad.
