En la madrugada ya no encontró a Fei en el nido, así que decidió ir a los bordes del río a dormir. Allí dónde la luna era grande y las estrellas brillaban. Estaba tranquilo allí. Probablemente, descansaría allí hasta la siguiente mañana.
Seiryū no sabía exactamente que había sucedido con el corazón de Fei, él no tenía idea de que le habría ocurrido. No podía hacer más que estar en el presente y apoyarlo, hacerle saber que él estaba allí. ──Extrañas la simplicidad- Ojalá pudiera ayudarlo, ojalá pudiera hacer algo por él. Pagarle todo el tiempo lejos de alguna manera. Pagarle su ayuda. Pagarle todo lo que hizo por él. ──Recuerdo que iba a enseñarte como ser un dragón de verdad ¿Lo recuerdas cariño? Eras un dragón que comía con cubiertos y... Y al final yo quería convertirte en alguien salvaje. - La expresión de Seiryū cambió, cerró los ojos con algo de pesar. ──Me hubiera encantado enseñarte... Volverte salvaje, jugar, reir... Pero al final tuve que dejarte solo, aunque siempre te quise demasiado. Siempre te amé. Me pesa saber que estás incompleto y no saber que hacer para ayudarte. Por que de verdas anhelo tu bienestar.-
