—Créeme cuando te digo que junto a tí me siento diferente. Éso puedes notarlo por la forma con la que contigo me expreso, sin medirme en las cursilerías que por ti puedo decir. Soy un desgraciado, bien lo sabes; jamás me consideré un buen tipo pero sé que junto a ti puedo librarme de la mayoría de mis pesares, aun cuando no tienen nada que ver con el sexo.
Siempre estás ahí para mí por más que con otras me revuelque, pero déjame ser explícito y un descarado de la forma en la que sólo yo sé serlo: De entre todas las mujeres con las que me acuesto eres la que más destaca—.
Sonríe. Ama, valora ésa sinceridad con la que ella se expresa; es una situación grata la que con el tiempo ha ido formando junto con ella. Sus manos que se mantenían rodeándole por el pecho, sin alguna clase de afán por notarse morboso, la termina apegando más contra él, la calma lo invade y no halla más remedio que dejarse llevar por la calidez que la menor le provee. Cierra los ojos mientras la abraza, y es su mentón apoyado contra el hombro de la joven tras contra ella recargarse de forma leve.
—Amor... Amor es algo que ya me das. ¿Quién amaría un bastardo como yo, si no tú?—
Termina ladeando el rostro, busca el cuello desnudo de ella y le planta un sutil beso, luego contra su hombro aunque esté recubierto por la tela. Sube a su cabeza, besándola allí, en el revés
—Éso ya de por sí es más de lo que me merezco—Asiente. Habla con sus labios pegados a su cabellera ligeramente, ama aspirar el delicioso aroma que la impregna.
