Ya estaba medio convencido para cuando nos vimos para afinar detalles. El jefe se encargó de apalabrarse con él. - Si bien no vino venir ese contacto, tampoco sería tan egoísta como para negárselo: le dejó ceñirla, es más, hasta sonrió por su galantería. Ronan parecía tocado por lo que pasó hace un rato y ella, teniendo el consuelo en la sangre, decidió regalarle una prueba de calma en forma de un beso sencillo pero tronado. De ésos donde el roce de piel a pesar de ser breve, deja un cosquilleo húmedo en la boca. - Ese va por la casa. Pero si quieres algo más, va a costarte. No soy pañuelo de lágrimas gratuito.