[code]Odió cada segundo, cada minuto. Le repugnaba demasiado haber tenido que salir de su reino, de su mundo solo para aquel ritual tan mundano. Parecía que debajo de la nariz tuviera todo el tiempo un pedacito de mierda apestosa, por la forma en que tenía arrugado el morro todo el tiempo. El rostro en alto, su pase firme y seguro, ¿quién más si no una Reina podría tener aquel porte? Por suerte, aún no se había encontrado con algún pobre diablo, imaginaba que eso le daba aún más asco.

El libro estaba delante de ella y por supuesto que no lo iba a tocar, así que sin más, susurró "papel" o eso es lo que cualquier otro ser hubiera escuchado; una maestra de la nominación no había más. Las hojas comenzaron a pasarse de una a una, dandole el tiempo preciso para identificar a que vasallos les daría su voto. Al final, encontró a la razón principal por el que había venido.

—Demian Dussart.Por que cuando me conoció no se cagó en los pantalones y tuvo el suficiente intelecto