-Degusta el paladar de su amado con tal ahínco y efervescencia que el beso se torna tanto más impredecible, demasiado descontrolado para su gusto. Usando su propia lengua como cincel que esculpia ese fragor tan natural e incluso romántico. Sus manos delineaban la nuca del opuesto para llenarlo de sintuosos deslices fieles e intrusos.-