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-El sol había tomado un atajo para desaparecer por su órbita usual, dando paso a un resplandor albino, una perla atajada solo por las manos del soberano desde los cielos.

Las ventiscas trasladan el aroma dulce de los botones, los sépalos de las flores, conquistar a sus transeúntes. -

Hasta aquí.

-Sus falanges anudados con ilusión y obsesión de los dedos ajenos, permanecían entrelazados en su idilio, entonces decide intentarlo mirar para corroborar lo dicho.-

Estamos cerca de la aldea oculta de la sangre, solo que debe haber un pasadizo a nivel del suelo.

 
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