Tras la última expedición con Jarrus, Romine volvió una vez más a la ciudadela, mientras que Jarrus nuevamente salía a su próxima misión. Por supuesto que Romine no parecía del todo contenta con ello, pero tampoco es que pudiese hacer mucho al respecto, pues sabía que en el corazón de Jarrus, su gente siempre se anteponía antes que cualquier otra cosa.
(...) Sintiendo la pesadez de las circunstancias, y sobre todo, de la mirada amenazante de su compañero Albino, Romine no hizo más que observar hacia el cielo, esperando encontrar un rastro de valor en el mismo. "Madre, dame fuerzas para enfrentar toda clase de desafíos." Pensaba la princesa en su interior, hasta ser interrumpida por las instrucciones de Bjorn. —¿Escudos mágicos? Claro, sin ningún problema. — Respondió un poco distraída, pero adaptándose rápidamente a la situación.
De esa forma, Romine inmediatamente extendió ambas manos hacia el suelo, y en cuestión de un instante, un número considerable de runas se forjó alrededor de todos los presentes. Estas comenzaron a emanar un brillo inigualable, el cual comenzaría a rodear el cuerpo de cada uno, hasta finalmente dispersarse en el viento. Dicho hechizo ayudaría a cada uno con su resistencia, además de un mayor nivel de soporte en caso de cualquier ataque enemigo. — Está listo, Sir.Bjorn. —
