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R1576514 · M
Se pasmó por un minuto y luego gruñó en voz baja, maldiciendo mentalmente al mundo entero. ¿No lo había dejado botado en la ciudad? Ni siquiera en la lejanía de su pueblo natal se libraba de aquel idiota.
—No. Tú no estás. No existes. —Se negó siquiera a darse la vuelta para encararlo; sencillamente continuó sus pasos para ignorar la presencia indeseable del pelinaranja.
—No. Tú no estás. No existes. —Se negó siquiera a darse la vuelta para encararlo; sencillamente continuó sus pasos para ignorar la presencia indeseable del pelinaranja.
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