— ¡Ah! Claro que… que… que… Bueno, ¿cómo quieres que reaccione? Si me tratas como perro cuando soy una dama, una bella dama con clase. — Tenía las mejillas infladas y el ceño fruncido, un gesto bastante común en ella cuando estaba molesta porque no había logrado salirse con la suya, en otras palabras, estaba haciendo pucheros, pero estos se vieron interrumpidos al sentir el tirón en la mejilla, dramatizando un poco acercando el rostro al hombre como si le estuviese jalando bastante fuerte, empujándolo con un poco de fuerza para zafarse de este. — Ah, ya… ya… ya, ¡me duele! Perdón, perdón. ¿Y envidia yo? Jamás. Yo no necesito un sombrero cuando esto me hace ver mejor, míralos. Brillantes y lisos. Creo que la sangre enemiga ayuda a que se conserven así… — Llevó sus manos al par de cuernos que salían de su cabeza, acariciando estos como si tratara de presumirlos. (?)